Pieza instrumental ligada a la artesanía, no ha sido ajena a la evolución de los materiales y las exigencias de las caracterizaciones
Seguro que te suena. Su sonido es de los más clásicos y característicos del carnaval. Tanto es así, que es el único instrumento que se ha ganado el derecho a apellidarse como la fiesta.
Te hablamos del pito del carnaval, ese al que ‘Los gladiadores de la Caleta’ aludían en un pasodoble, ‘Le dijo el pito a la caja’, que comenzaba así:
“Le dijo el pito a la caja, la caja le faltó tiempo pa`contesta: ‘taratá, tará, tatá’ pa’que el bombo se animara. Chimpún, catapún, chimpún, llega el bombo con inquietud llamando a las dos guitarras. Que ya se acabó el verano, que ya hay que ensayar”.
Diseñado y ejecutado desde tiempos inmemoriales por las manos maestras de los artesanos, el pito de carnaval ha sido y sigue siendo es el instrumento más popular de la fiesta.
‘Banda sonora’ de su nobleza, las agrupaciones del Gran Teatro Falla, y pilar instrumental de las callejeras; el pito de carnaval, fiel compañero de ‘fatigas’ de la modalidad más tardía y arriesgada, el cuarteto, no ha sido ajeno a la evolución de la fiesta.
Con orígenes en madera, caña y lata, se ha tenido que ir amoldando a los nuevos materiales (plástico y metacrilato) para, sin abandonar su esencia, su característico sonido, integrarse sabiamente en los tipos y caracterizaciones de las agrupaciones.
Con orígenes, no documentados, que nos conducen hasta el músico afroamericano Vest Alabama y que, más allá, nos hablan de tribus africanas; el pito de carnaval es ese sonido que, a pesar de lo recorrido por la fiesta, sigue anunciando, en calles y plazas, que: “¡Ya está aquí el carnaval!”.